LA IMPORTANCIA DEL PLAN ANUAL DE FORMACIÓN Y LA BUENA GESTIÓN. EL SÍNDROME DE DICIEMBRE.
Seguro que muchos de los que nos
dedicamos a esto de los Recursos Humanos y la gestión de formación hemos experimentado el síndrome
de diciembre o de la ultima oportunidad, que se produce puntualmente, sobre todo
en pequeñas y medianas empresas, durante el mes de diciembre, y que consiste
fundamentalmente en la necesidad repentina de todos los clientes internos y
externos de ejecutar todos los cursos de formación necesarios el ultimo mes de
año para poder bonificarlos en la Seguridad Social a través de la
FundaciónTripartita para la Formación y el Empleo.
Desde mi punto de vista, la causa
fundamental de este síndrome es la falta
de planificación y, normalmente, de un responsable o gestor competente que se
ocupe de diseñar planes de formación ajustados a las necesidades reales de la
empresa y de sus empleados y que impacten positivamente en una mejora de la productividad
real.
Si bien la aparición de este síndrome se puede prevenir fácilmente,
el resultado de una existencia continuada puede ser notablemente perjudicial a
corto plazo, ya que las consecuencias
de la mala planificación o su ausencia suelen ser la perdida de las
bonificaciones por errores en las tramitaciones, incumplimientos de plazos e
incidencias imposibles de resolver en el tiempo requerido o la programación de cursos de temporalización más que apretada, bajando así su nivel de calidad y, por tanto, el impacto positivo en la productiva
y el valor real de la formación.
Si esto ocurre a corto plazo, no
menos negativos son sus resultados a medio y largo plazo, ya que la falta
de planificación y la arbitrariedad en la formación, así como la ejecución sistemática
de cursos poco ajustados a la realidad cotidiana de los trabajadores, puede ser percibida por éstos como una perdida de tiempo, un trámite al que
se ven obligados y que carece de sentido práctico, repercutiendo negativamente en
su percepción de la organización y en su motivación.
Todas estas consecuencias, poco
deseables, se podrían evitar si convencemos a quien toma las decisiones de la
importancia real de la formación en la empresa y su valor.
¿Por qué formar?
Entre otras muchas razones,
nuestro entorno actual esta marcado por el cambio continuo, y cada vez más rápido, al que las empresas y organizaciones tienen que adaptarse si quieren seguir
siendo competitivas en el mercado en que operan. Por ello, es necesario desarrollar sistemas
eficaces de formación continua y considerar la formación en la empresa como una inversión con múltiples ventajas, tanto para le trabajador como para la empresa:
EMPRESA
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TRABAJADOR
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Consolidar y trasmitir la cultura de la empresa,
sus valores y objetivos
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Adquisición de conocimientos, destrezas y
habilidades que le ayuden en su puesto de trabajo y mantenerlas actualizadas, mejorando su
eficiencia y eficacia.
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Mantener actualizado sus personal y adaptarse
mejor a los cambios tecnológicos y del mercado
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Aumenta la motivación y el contrato psicológico
con la empresa, ya que la formación facilita el desarrollo profesional y
personal.
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Alcanzar mayor nivel de competitividad,
productividad y calidad
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Mejora su nivel de participación e implicación en la empresa (contribuye a mejorar procesos, procedimientos,
equipos, áreas de trabajo y herramientas)
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LOS "IMPRESCINDIBLES" PARA RENTABILIZAR LA FORMACIÓN EN LA EMPRESA
Si queremos que la formación
añada valor a nuestra organización y potencie las ventajas señaladas, debemos
desarrollar una serie de tareas imprescindibles, e integrar la formación en el
plan estratégico de la empresa, dotándola de recursos que nos permitan realizar
una adecuada detección de necesidades, diseñar un plan de formación ajustado y realista con unos objetivos y unos indicadores
de calidad y rendimiento claramente definidos y alcanzables, planificar un cronograma
adecuado a la realidad operativa empresarial, diseñar y desarrollar productos formativos de calidad, o su contratación a
través de los proveedores más adecuados, el uso de metodologías innovadoras cuando sea posible y la implementación de un sistema de evaluación y
análisis de impacto adecuado, con el que podamos comprobar que la formación sí es rentable, tanto en activos tangibles como intangibles.